Con Beethoven, la música sale de los salones y se torna algo decididamente público, que exige grandes espacios y mayores formatos orquestales. Superando la formación clásica heredada del siglo XVIII, sus Sinfonías, cada una con su propia personalidad, suponen el nacimiento de la formación orquestal moderna –que llega hasta nuestros días–, y la consagración del protagonismo, liderazgo y –para algunos– la tiranía del director de orquesta, como ya señaló Richard Wagner.