Como subraya Amelia Pérez de Villar en su prólogo a este original ensayo de Luis de León Barga, el narciso necesita víctimas, trofeos, muescas en el cinturón. Fenómeno sociológico propio de la última centuria, en estas páginas se nos ofrece una detallada descripción de los narcisistas contemporáneos y de sus distintas tipologías. Su origen podemos identificarlo a partir del fin de la Primera Guerra Mundial –en los Felices Veinte, donde imperaba «ver y dejarse ver», en el club de jazz, el café o la pista de baile– y rastrearlo hasta nuestros días –en este virtual «mundo-pantalla» donde impera el «postureo selfi» y la puesta en escena «tik-tok»–.
Para Luis de León, son tres los pilares del narcisismo del siglo XX: la groupie, el playboy y la noche. La groupie, como musa de la modernidad, nace en las vanguardias pre-feministas; así, Gala, Ultra Violet, Edie Sedgwick y Marianne Faithfull, musas o parejas de Dalí, Andy Warhol, Mick Jagger, Keith Richards o Jimmy Page, ocuparon el centro del escenario y de los focos, siguiendo al artista-narciso de moda. Pierre Drieu La Rochelle, el último representante del dandismo moderno, dio paso tras la Segunda Guerra Mundial a personajes como Porfirio Rubirosa, el playboy por excelencia, o a Gunter Sachs, el coleccionista de mujeres. En la era de Instagram, todos ellos se van visto ya superados por Lady Gaga, último icono del dandismo narcisista. Finalmente la noche, evocada en discotecas y salas de baile como la neoyorquina Studio 54, la barcelonesa Bocaccio, la madrileña El Sol, o la berlinesa Berghain, locales de leyenda que conforman la iconografía y el territorio propios del nuevo narciso.