La primera edición del Premio Nadal, en enero de 1945, fue una sorpresa absoluta. Venció una desconocida de 23 años que se impuso a los nombres que sonaban como posibles ganadores. La novela triunfadora se titulaba Nada y convirtió a su autora, Carmen Laforet, en una figura fundamental de las letras españolas de la postguerra, junto a escritores como Camilo José Cela o Miguel Delibes. Ahora bien, con la misma rapidez con que la novela se convertía en un éxito comercial y literario y Laforet era requerida por unos y otros, ella luchaba por preservar su intimidad anunciando que no seguiría escribiendo. Lo hizo, pero cada novela publicada supuso un desafío agotador consigo misma. ¿Qué la empujó a distanciarse de una carrera tan prometedora? ¿Por qué el rechazo sistemático a hablar de su obra? Gracias a la tenaz labor de Anna Caballé e Israel Rolón, el retrato, hasta ahora de contornos tan confusos e imprecisos, toma forma y tras el enigma aparece una mujer en fuga permanente, desde su adolescente huida de Las Palmas hasta su maduro exilio en Roma. Una mujer distraída y vagabunda, sexualmente ambigua, con un talento innato para la escritura y siempre preocupada por sus bloqueos literarios, observada por unos y por otros, necesitada de libertad, amante de sus hijos y refractaria a la publicidad de su vida. Laforet quiso poner con su silencio el punto final al sufrimiento psíquico que venía arrastrando desde una lejana fecha, cuando el sueño se hizo realidad de forma precoz e inesperada. Ha llegado la hora de saber algo más.