Parker Grant no necesita usar los ojos para ver cómo eres. Por eso creó las reglas: no la trates de distinta manera por ser ciega, y NUNCA te aproveches de ella. No habrá segundas oportunidades. Si no, pregúntale a Scott Kilpatrick, el chico que le rompió el corazón.
No me tomes el pelo. Nunca. Y mucho menos a costa de mi ceguera. Y muchísimo menos en público.
No me ayudes a menos que te lo pida. De lo contrario, te estarás interponiendo en mi camino o molestándome.
No te sorprendas. En serio. Aparte de tener los ojos siempre cerrados, soy igual que tú, solo que más lista.
Cuando Parker vuelve a encontrarse con Scott años después de separarse, solo puede reaccionar de una manera: ignorándole a rabiar. Ya tiene suficiente con lo suyo: entrar en el equipo de atletismo (sus ojos no funcionan, pero sus piernas sí), aconsejar a sus ingenuos compañeros sobre sus desastres amorosos, y apuntarse un tanto por cada día que pasa sin llorar la muerte de su padre.
Pero evitar el pasado es imposible y, cuanto más descubre sobre lo que ocurrió (con su padre y con Scott), más empieza a preguntarse si las cosas son como parecen. Quizá hay reglas que podemos saltarnos de vez en cuando, ¿no?
Con una historia cautivadora y optimista, y una protagonista arrebatadora, Si no te veo antes ilumina los puntos ciegos que todos tenemos en la vida.