Cuarenta años después de que Barthes vaticinara que  " la obra de Brecht sería cada vez más importante " , cabe preguntarse si tal profecía se ha cumplido sin matices. La aparición de un copioso volumen con su teatro completo quizá sea buen momento para averiguarlo.
Repasando sus treinta y tantas obras, advertimos algunas constantes de su teatro. Por ejemplo, el clásico  " primum vivere, deinde philosophari " , que él tradujo en La ópera... como  " primero comer, después moralizar " , ya figuraba en  " La Biblia " , una pieza breve escrita a los quince años, que aparece aquí por vez primera en español. Y han pervivido sin tambalearse secuencias y personajes inolvidables: esa eficacia teatral para transmitir el  " terror "  y la  " miseria "  en algunas escenas de  " Terror y miseria... " ; el grito desgarrador de Shen Te que ya torturaba a Job:  " ¿Por qué la maldad tiene su premio y por qué aguardan a los buenos tan duras penas? " ; o Azdak, el cínico juez de El círculo, que acaso podría ser un alter ego de Brecht.
En cambio ha envejecido mal el didactismo. Incluso cabría preguntarse qué ha quedado del famoso  " distanciamiento " . En  " Dafne y ensueños "  escribía Torrente Ballester:  " No se me oculta que, a pesar de Bertolt Brecht, los lectores siguen haciendo suya la vida de los personajes y sintiendo lo que ellos sienten, por mucho que se les advierta que son solo ficciones...; figuras imaginarias de talante humano a las que el lector gusta acercarse como a personas reales, alegrarse o padecer con ellas y hacer juicios de valor " , etc. También con las de Brecht.
Sin embargo, Brecht sigue siendo Brecht. A la solidez de los bastidores, que con frecuencia le preparaban sus colaboradoras, añadía esa indiscutible  " marca "  Brecht, que consistía esencialmente en la habilidad para la respuesta irónica o desvergonzada, la narración  " épica " , los poemas y canciones intercalados... La poesía.