El tiempo, la montaña, el torrente: en este libro la vida está como en suspenso, insegura de su línea de flotación. Todo está sujeto a la deriva, a la incertidumbre en la certeza misma del fluir. La vida pugna por asimilarlo, como las páginas que pasamos y que no estamos seguros de que formen un todo inteligible. La experiencia del exilio, de los «no lugares», del perpetuo desplazamiento íntimo, se combina con la del tiempo inasible.
"Flota el tiempo" es una ocasión para meditar, a través de la poesía alimentada por una larga tradición y la extrema sobriedad de su lenguaje, sobre ese desdoblamiento del alma humana que es tal vez una dispersión, o en todo caso un riesgo necesario, donde la vida se encuentra a sí misma porque se pierde.