«Claro que sí, hay algunas personas maravillosas en el mundo, y no pretendo menospreciar la naturaleza humana. Pero lo cierto es que siempre me dan pena las personas maravillosas, las que tienen cerebro. Porque ¿a qué se reduce, salvo a que estén insatisfechos con ser lo que son y con el mundo siendo lo que es? Y no hay cantidad de cerebro que pueda cambiar eso. Escriben libros que nos hacen reír o llorar por nosotros, pero, pese a todo, seguimos siendo exactamente lo que siempre hemos sido. Y ¿de qué sirve toda esa inteligencia si no se puede hacer nada con ella salvo sentarse a rumiar?»
La novela, que se desarrolla casi en su totalidad en forma de diálogo, cuenta la historia de Adam y Eleanor. La conversación nunca termina, fluye y refluye, restos y desechos, hasta el final de la contradicción: la convalecencia. Publicada originalmente bajo el seudónimo de Madeleine Vara en 1936 por Seizen Press de Laura Riding y Robert Graves, es una de las obras menos conocidas de Riding y una de las más personales.